A veces tengo premoniciones y a veces me cago en mi puta suerte

-No, no, no. Esto no puede estar pasando. Hoy no.-

Pero nos hemos adelantado un poco. Empezaremos como debe ser, por el principio.

Conocía a Manoli desde hacía muchos años, era el típico botijo bobalicón pero con muy mala hostia, un padre nuevo rico (evadiendo ciertas obligaciones, todo sea dicho de paso) le daba derecho según creía, a mirarnos por encima del hombro. Un poco difícil en mi caso dado que mido 25 centímetros más y ya para joder, diré que peso casi 15 kilos menos y alguna neurona más hay por ahí, pero eso es otra historia, una historia en la que nos sacamos los ojos y nos tiramos de los pelos, que ya veré si cuento o no algún día.

Bien, el caso es que Manoli, aunque ahora se hace llamar Manuela pues resulta mucho más fino, estudiaba en un colegio de pago, a diferencia de todos nosotros que lo hacíamos en uno público, ya sea por ser pobres cual ratas o por la firme convicción de que la enseñanza pública siempre es mejor que la privada. Y mientras en su colegio, Manoli era vituperada por todos sus compañeros, con nosotros la cosa cambiaba “Que si me voy a ir a estudiar a la universidad más prestigiosa de Capital City, que si tengo que aprender inglés en Miami (en fin, para aprender inglés no sé si es el sitio más indicado, por aquello del número tan elevado de hispanohablantes), que si paso de la litrona por el “Cosmo”. Cosillas que fueron minando ciertas morales.

Antes de cortar casi definitivamente cualquier relación con Manoli, pues mi instinto homicida crecía de forma alarmante y lo de la cárcel como que me hacía poca gracia, me reveló su verdadero sueño. Ella quería casarse, vivir en alguna ciudad costera, tener niños y hacer mermelada, yo ojiplática que me quedé oye, pues aunque sabía que era de ese tipo de mujeres, de aquellas que han nacido para ser la esposa de Fulano o Mengano (cosa que respeto, por supuesto) no era de aquellas otras que lo manifestaba, ya que por aquel entonces, Manoli no andaba en sus mejores momentos en lo que respectaba a la caza de marido y además, la moda marcaba que había que convertirse en una mujer altamente cualificada para ser una empresaria de éxito totalmente autosuficiente.

La cosa quedó así, ella se marchó a la universidad prestigiosa de Capital City, yo me quedé en nuestra universidad pública, ella encontró un trabajo fenomenal de la muerte, yo emigré para encontrar un hueco donde caerme muerta, ella regresó por aquello de que Capital City era terrible, yo me fui a Capital City a combatir dragones. Lo típico, las vueltas que va dando la vida a medida que se van sumando años en tu haber. He de decir que todo esto lo he ido sabiendo por “fuentes de información” que tenemos en común pues trato como ya he dicho antes, más bien poco por aquello de los instintos homicidas.

Llevaba tiempo sin tener noticias de Manoli, cuando un buen día, llegando a casa deslomada de domar dragones, vamos progresando, por cierto, me encontré una carta en el buzón. Me asombré mucho ya que solo recibo cartas del simpático Heraldo Público, las facturas de la luz, pues la compañía del gas y la telefónica se han modernizado o reducido costes y ya ni siquiera le envían a una la factura, y tropecientos menús de comida china. La abrí con cierta emoción, pues he de confesar que se me pasó por la cabeza la nominación al premio Pulitzer o al menos, el premio de consolación de Tiradillos de Cotolengo, cuando me encontré con lo siguiente:

TENEMOS EL PLACER DE INVITARTE A NUESTRA UNIÓN (¡anda coño!, pensé. Qué bien, qué fenomenal, 150 pavos de nuevo y eso si puedo repetir vestido y zapatos porque ya van tres cochinas bodas con el mismo trajecito. Las batallas de dragones que no dan para mucho, ya saben).

RUPERTO Y MANUELA (sin comentarios…)

EN LA MANSIÓN DE VILLACOSTERA DE LA REAL FRONTERA (genial, a parte de los 150 euros, nuevo vestido, pues repetir quedaba descartado sabiendo de quién se trataba, me toca viaje y hotel)

EL 29 DE AGOSTO DE 2014

NÚMERO DE CUENTA: XXXX XXXX XX XXXXXXXXXX (al menos lo ponen fácil…)

Los días fueron pasando y la fecha de la boda llegó. Y allí estaba yo, con mi vestido nuevo con la etiqueta, pues pensaba devolverlo, esperando en el hotel a que el autobús alquilado por los novios viniera a recogernos. El paraje, he de decir que era realmente fantástico, el único inconveniente desde mi punto de vista y dado lo que se estaba demorando el transporte, era el prostíbulo que había enfrente, no porque tenga nada en contra de los lupanares en general, si no por los muchos invitados que tras la larga espera, se adentraban en Los Jardines del Edén y no es que me haya dado simbólica ahora, si no que así era como se llamaba el puticlub.

La cosa fue degenerando, allí no venía nadie a buscarnos y cada vez había menos invitados, Solteros, solteras, parejas, el padre de la novia… iban abandonando el punto de encuentro. No sé ni cómo, bueno el como si, por teléfono, pero no el por qué de que Manoli se pusiera en contacto conmigo. Resulta que el autobús nos recogía en la parte trasera del hotel, es de cajón que nosotros estábamos en la delantera y dado que allí no aparecía nadie, los dos choferes habían decidido subir hasta la íntima capilla para comunicar que el índice de asistencia era más bien escaso por no decir nulo. Manoli estaba al borde de un ataque de nervios y mandaba de nuevo echando leches los autobuses para abajo.

– ¿Pero en la parte trasera o delantera?- Pregunté.

–En la trasera, tan difícil es de entender- Me contestó.

–Supongo que no es difícil de entender, lo que si veo complicado es de adivinar pero bueno… ¿Y cuánto tiempo tengo para reunir al ganado?-

-¿Reunir a quién?-

-A tus invitados.-

-¿Cómo que reunir a mis invitados? ¿Se puede saber dónde están?-

-Pues verás, tardaba tanto el autocar que alguno o mejor dicho, varios de ellos, se han ido enfrente, a tomar algo…-

-Enfrente del hotel no hay nada, solo un puticlub.- me espetó Manoli.

-En efecto, allí los tengo a todos o casi.-

-¿Vamos a ver, me estás intentado decir que varios de mis distinguidos invitados están en el puticlub pasando el rato antes de mi boda?-

-No lo intento, te lo estoy diciendo. De ahí que te pregunte de cuánto tiempo dispongo aunque no sea mi problema.-

-Esto no puede estar pasando, es mí día, mi día, ¿has entendido? Por favor te lo ruego, recopila invitados. No podéis demoraros más, el cura se está impacientando, en menos de 20 minutos están allí los autobuses, parte trasera, recuerda.-

-Manda cojones. Está bien, haré lo que pueda.- Y colgué.

Desde tiempos inmemoriales recuerdo que mucho me han tachado de carácter complicado pero joder, para desfacer entuertos siempre me llaman. Apiadada de la mema de Manoli, finalmente entré en Los Jardines del Edén, en la recepción, una chica muy mona me preguntó que en qué podía ayudarme, le explique mi problema y muy diligentemente, cogió un megáfono.

BUENAS TARDES, LES SALUDA ATENTAMENTE AMBARINA, RUEGO, DISCULPEN LAS MOLESTIAS ESTIMADOS CLIENTES PERO AQUELLOS QUE OSTENTEN LA CONDICIÓN DE INVITADO A LA BODA DE RUPERTO Y MANOLI, DEBEN SABER QUE SOLO DISPONEN DE 10 MINUTOS PARA FINALIZAR Y ATUSARSE. LA HORA DE RECOGIDA ESTÁ PREVISTA PARA LAS 9. NO SE RETRASEN. GRACIAS.

Agradecí encarecidamente la ayuda de Ambarina, facilité el nombre completo de Manoli y Ruperto por si quería cobrarse los servicios de guía y me dispuse a esperar. Poco a poco los invitados iban bajando, despeinados, descamisados, alguna bragueta abierta, restos de carmín, manchas de semen y dos bragas desaparecidas. Podía ser peor. Estaba terminado de contar para confirmar que la totalidad de invitados estaba completa cuando caí en la cuenta de que nos faltaba Fulgencio, el padre de Manoli.

Iba a recurrir de nuevo a Ambarina cuando un bigardo de 2 metros, ataviado únicamente con un escueto tanga de lentejuelas verde lima y una boa rosa fucsia, llamado Delito, bajó como una exhalación gritando “está muerto”. No me jodas pensé. A veces tengo premoniciones y a veces me cago en mi puta suerte. Supe de inmediato que se refería a Fulgencio y en efecto. Subimos a la habitación y allí estaba el pobre hombre, tieso en la cama, con los pantalones y calzoncillos bajados hasta las rodillas y una erección de mil demonios.

Pedí un vaso de ginebra, lleno hasta los bordes, encendí un cigarrillo y cogí el teléfono.

-Manoli, ¿lo quieres sutil o directo?-

-No me toques el coño y dime que están todos.-

-Mira que siempre has sido soez, hija. A ver, los tengo a todos más o menos pero hay, hay un problema con tu padre….-

-¿Qué le pasa a mi padre?- Chilló

-Pues que lamentablemente ha fallecido.-

–No, no, no. Esto no puede estar pasando. Hoy no. Maldito cabrón hijo de puta comepollas. ¿Y qué piensas hacer?-

-¿Cómo que qué pienso hacer?, el padre es tuyo, no mío. Habrá que llamar a la policía digo yo.-

-Ni se te ocurra ¿me has entendido?-

-¿Perdona?-

-Que ni se te ocurra, yo hoy me caso como que me llamo Manuela Alcornoque Soteras, así que habla con quién sea necesario para resolver el problema. Tendrá que quedarse allí hasta que acabe el convite.-

-Pero ¿no es el padrino? Además de tu padre, lo digo por el cariño y esas cosas…

-Sí, claro, eso va a ser un problema. Pero todo el mundo sabe que está enfermo del corazón por lo que es factible que tanta emoción le haya afectado y por tanto no pueda acudir a la ceremonia. ¿no?. Haremos lo siguiente, habla con quien haga falta para que trasladen el cuerpo al hotel. Cuando lleguemos habrá muerto plácidamente en su cama el día de la boda de su hija en vez de dando por culo a algún chapero.

-Me cago en San Pito Pato.-

-Perdona, ¿qué dices?-

-Nada, olvídalo. No es tan fácil de conseguir si no hay por medio algún incentivo, no sé si me comprendes…

-Lo que haga falta, ¿me oyes?, en la cartera de mi padre debe haber dinero en efectivo y si no, saca lo que necesites con la tarjeta, el pin es xxxx.

-A sus órdenes Generala Manoli.-

-Manuela, si no es inconveniente.-

-Pues mira, hoy si es inconveniente.- Y colgué.

Al final lo más difícil fue vestir al muerto, por aquello de ciertos problemillas de rigidez. En cuanto saqué el “cheque en blanco” (lo que necesites había dicho Manoli, si no recuerdo mal) Ambarina y Delito estuvieron dispuestos a cooperar. A todo esto los invitados se habían ido a la boda que ya se estaba celebrando mientras los tres mosqueteros, esto es, Ambarina, Delito y una servidora, trasladaban al pobre Fulgencio en la silla de ruedas que Delito había sacado de sus aposentos, preferí no indagar, hasta el hotel.

Llegué a la mierda de convite a las tantas, eso sí, con Ambarina y Delito como acompañantes ya que habíamos estrechado lazos, es lo que tienen estas cosas. Y tras cinco, seis o puede que fueran siete cubatas, conseguí empezar a divertirme y rozar el coma etílico, las cosas como son.

Por arte de birlibirloque, aparecí en mi cama al día siguiente con un dolor de cabeza terrible, unas ganas de vomitar espantosas y un ramo de flores sobre la mesilla. El ramo contenía dos sobres, en uno de ellos había 10.000 euros en billetes de 500, en el otro una tarjeta.

POR LAS MOLESTIAS.

Manuela.

Y yo que creí por un momento que me había estrenado como puta de lujo…

17 comentarios en “A veces tengo premoniciones y a veces me cago en mi puta suerte

  1. bosque baobab

    ja ja ja. Buenísimo. Me he partido de risa ( ups resulta que me está dando por el simbolismo). Quiero decir… por la metáfora, no el puticlub jeje
    Muy bueno, de verdad. Es muy dificil llegar a hacer un texto con tanto humor.
    Te felicito. Y muchas gracias por hacerme reir.

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    1. elcuadernodeclara Autor

      Mil y una gracias!! No sabes lo bien que sienta leer tus comentarios! La autoestima por las nubes que tengo, jajajaja.

      Delito y Ambarina también agradecen encarecidamente tus palabras😜

      Un saludo!!!

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